Hola

Vale, pues bienvenidos a mi blog y todo eso. Es un churro, lo sé, ya la iré mejorando. Pero qué te voy a decir, si yo acabo de llegar (¡Fito!)

Básicamente, la idea es subir diferentes historias y demás que tenía abandonados en una carpeta en mi portátil. Aunque supongo que terminaré añadiendo más cosas. Por ahora he averiguado como subir fotos, ¡TEMEDME!


Se agradecen los comentarios. Sí, críticas incluidas. Y sí, es una indirecta para que escribais uno.

¡Gracias! ^^

sábado, 1 de enero de 2011

1º sueño



Se sentía mareada entre tanta gente.
Era su fiesta, sí, pero se sentía invisible. De repente, todos eran más altos que ella. Se perdía entre vestidos oscuros, risas exageradas, voces desconocidas.
Agobiada, se puso de puntillas e intentó ver algo entre el gentío que la rodeaba. Consiguió ver una gran mesa llena de regalos envueltos en papel de regalo brillante, y a base de empujones, consiguió abrirse camino hasta la pila de cajas.
Su padre se encontraba allí, recogiendo regalos de gente totalmente desconocida para ella, y dándoles las gracias sonriendo. Cuando la vio, su sonrisa se hizo más ancha.
-Justo estábamos hablando de ti… Saluda y da las gracias, mira qué regalo te han traído.
Ella consiguió sonreír mientras una enorme mujer le plantaba un pegajoso beso en la mejilla y le daba una enorme caja. El papel crujió cuando lo tocó. La caja pesaba muy poco en comparación con su tamaño. Satisfecha, la mujer se volvió a perder entre la masa de telas y vestidos. Su padre la miró.
-No pareces muy contenta.
Ella se giró y vio la enorme pila de regalos que había sobre la mesa.
-No, no… Esto –suspiró- esto está bien.
Inocentemente, él le creyó. Sonriendo, le dio un beso en la frente y desapareció él también. Ella se sentó, resignada, en la mesa. Aparecieron un par más de invitados, ambos con grandes cajas oscuras que crujían, y ella se lo agradeció con una educada sonrisa.
La tarde siguió avanzando, y se convirtió en noche.
Poco antes de la medianoche, encontró una cara que le resultaba conocida. Era el hijo de uno de sus amigos de su padre. No sabía que él también había venido, pero era agradable ver a alguien conocido. Él alcanzó la mesa, de donde ella no se había movido. Hizo una pequeña reverencia ante ella, como exigía el protocolo. Se apoyó en la mesa junto a ella.
-Una fiesta espectacular. No sabía que este sitio era tan bonito. –hizo una pausa- Ese vestido es precioso.
Ella miró hacia abajo, hacia su vestido. Era un vestido largo, de un color claro, confeccionado especialmente para esa noche. Destacaba visiblemente con los demás vestidos oscuros que había en la sala.
-Si, bueno… Es nuevo.
-Ya veo.
Una nueva pausa.
-¿Te apetece bailar?
Una petición formal no se podía rechazar. Sería una falta de educación por parte de la anfitriona.
-Claro.
Él la tomó de la mano, y la dirigió hacia el abarrotado salón de baile. Una vez allí, empezaron a bailar. Los músicos eran buenos, y el baile conocido, no hacía falta pensar en los pasos. Ella se sentía ausente, como si realmente no estuviera allí. Siguieron bailando un par de minutos más, hasta que su padre resurgió de la masa de gente. Sonrió al verlos. El padre del chico era un buen amigo suyo, que además tenía mucho poder político. Que él y su hija se llevaran bien era buena señal. Pero había algo en la cara de su hija que no estaba del todo bien.
Se acercó hasta ellos y le tendió el brazo a su hija.
-¿Me la devuelves un momento?
-Claro.
Él se apartó y se zambulló de nuevo entre el gentío. Padre e hija empezaron a dar vueltas.
-¿No te lo estás pasando bien?
Ella intentó sonreír.
-Claro que sí, hay mucha gente.
Él escrutó su rostro.
-¿Qué te falta? Tienes un vestido nuevo, una fiesta para ti sola, regalos, música… Los cocineros incluso han preparado esos dulces que tanto te gustan.
-No te preocupes, papá. Todo está perfecto. –hizo una pausa- Solo estoy un poco cansada.
Vio cómo él se resistía a creerla. Intentó sonreír. Él iba a añadir algo más, pero en ese momento uno de los invitados lo llamó y reclamo su atención. Mirándola por última vez, su padre volvió a desaparecer.
Miró a su alrededor. Ahora estaba sola en medio de las parejas que bailaban. Una mujer vestida de verde oscuro chocó con ella. Indignada, se volvió hacia ella.
-¡Por favor! Si no estás bailando, sal de aquí. Estás molestando.
-Si, yo… Lo siento.
Esquivando a las demás parejas, de alejó del centro de la pista. Podía oír cómo la mujer seguía quejándose.
Se dirigió hacia uno de los balcones. En teoría, la fiesta se celebraba por su cumpleaños, aunque la mayoría de los invitados ni siquiera sabía eso. Casi todos eran amigos o socios de su padre, o parte de la nobleza que debía ser invitada, si no quería que se sintieran insultados.
Vio cómo al otro lado del gran salón la pila de regalos había aumentado. Las brillantes cajas parecían vacías, a pesar de estar aún cerradas. Volvió a chocar con alguien, aunque murmuró una disculpa sin ni siquiera girarse para ver contra quién había chocado. Probablemente, no le conocería. E incluso más probablemente, esa persona no sabría quién era ella.
Alcanzó uno de los ventanales, pero el balcón también estaba abarrotado. Exhausta, se apoyó en la pared y cerró los ojos. Se mantuvo en rato en esa posición. Nadie reparó en ella.
-¡Lilly!
Abrió los ojos al oír su nombre, aunque no vio nada. La gente seguía parloteando enfrente de ella, elogiándose entre ellos, y riendo con un tono demasiado exagerado. Ni siquiera supo decir si eran las mismas personas que había cuando cerró los ojos.
Sin embargo, se incorporó. Seguía sin saber quien la había llamado.
-Lilly…
Finalmente, vio como una cabeza rubia se abría paso sin aliento entre la multitud. Llevaba un pequeño paquete bajo el brazo. Cuando la vio, sonrió aliviado.
Ella también sonrió y corrió hacia él.
-¡Jacques!
Se quedaron uno frente al otro durante un momento. Finalmente, ella lo abrazó. Pudo oír los murmullos de desaprobación a su alrededor.
-No sabía que ibas a venir…
Él sonrió y también la abrazó.
-Por supuesto que sí. Es tu cumpleaños, ¿cómo me lo iba a perder?
-No sabía que estabas invitado…
Él resopló y puso los ojos en blanco.
-Tonterías. He conseguido entrar, ¿no? Lo que me recuerda… te he traído un regalo.
Se separaron y él le entregó el paquete envuelto en seda que traía. Ella lo desenvolvió cuidadosamente. Se encontró con un cuaderno, de un suave color marrón. Tenía letras y dibujos antiguos en la cubierta.
-Vaya… es un cuaderno precioso.
Él seguía sonriendo.
-El cuaderno no, tonta… Es la historia.
-¿Qué historia?
-La que he escrito dentro.
Se sintió extraña por dentro. Volvió a mirar el cuaderno. Dentro había una historia entera, escrita para ella, pensada especialmente para ella… De repente, se quedó sin palabras. Volvió a abrazar a Jacques.
-Jacques, yo… muchísimas gracias.
-¿Qué? ¿Por qué? Sólo es un regalo… No ha sido caro ni nada, apuesto a que todos aquellos son mejores.
-No es eso… No sé. Sabes que no quería regalos. Pero esto es… Me encanta.
Se volvieron a separar, y ella volvió a girar el cuaderno entre las manos. Después, lo abrió por la primera página…

2 comentarios:

  1. Me encantaa! Escribes genial en serio!
    Espero que publiques pronto otra vez!
    Te dejo mi blog por si te apetece pasarte :)
    http://mildiasdelluvia.blogspot.com/

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  2. ¿En serio?
    Vaya.
    ¡GENIAL!


    Y me pasaré por allí..

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