Hola

Vale, pues bienvenidos a mi blog y todo eso. Es un churro, lo sé, ya la iré mejorando. Pero qué te voy a decir, si yo acabo de llegar (¡Fito!)

Básicamente, la idea es subir diferentes historias y demás que tenía abandonados en una carpeta en mi portátil. Aunque supongo que terminaré añadiendo más cosas. Por ahora he averiguado como subir fotos, ¡TEMEDME!


Se agradecen los comentarios. Sí, críticas incluidas. Y sí, es una indirecta para que escribais uno.

¡Gracias! ^^

lunes, 10 de enero de 2011

Quarta historia. Capítulo/parte 3

Vale, le voy cogiendo el truco a esto. He conseguido cambiar el fondo y más cosas. Me va gustando.
 Bueno, pues aquí dejo la continuación de la historia. Es largo, así que lo pongo en dos entradas distintas.


Pasaron un par de meses, y nosotros seguíamos ignorando a ese extraterrestre que se había colado en nuestro planeta. Aunque a él no parecía importarle. Siempre se mostraba muy tranquilo y correcto, y nadie que acercaba a él ni siquiera para burlarse o para fastidiarle. Nos sacaba de quicio, no parecía importarle nuestra indiferencia. Pero a nosotros la suya sí; queríamos que se sintiera mal, queríamos que se fuera. Sin embargo, él seguía allí, sin faltar a una sola clase y entregando todos los deberes y los trabajos a tiempo.
Se fue el calor del final del verano, y llegó la lluvia. No quedaba nadie en la puerta del instituto, y la lluvia caía con fuerza. Abracé mi mochila un poco más fuerte y suspiré. Tendría que correr. En otro momento, Emma me abría acompañado hasta casa, pero ese día iba a comer a su casa la novia de su padre y no tenía tiempo para acompañarme. Hipnotizada, seguía mirando la lluvia golpear el asfalto. Tal vez podría llamar a alguien para que me recogiera… No, mamá me echaría una bronca por no haber llevado el paraguas. Me lo había dicho por la mañana unas siete veces, pero tras echar un vistazo por la ventana, había descartado la posibilidad de lluvia y me negaba a cargar con el paraguas inútilmente. Papá… papá estaba trabajando.
Seguía barajando posibilidades, hasta que un trueno resonó a lo lejos y pegué un brinco. Vaya, tenía que hacer algo ya. Tal vez si…
-¿Hola?
Era una voz suave, tranquila, ronca. Me giré para ver a quién pertenecía esa voz que llevaba semanas sin oír, y me encontré cara a cara con Marco. Llevaba una mochila negra al hombro, y un paraguas cerrado en la mano.
Sin responder siquiera, me volvía a dar la vuelta. ¿Tal vez podría llamar a mi hermano mayor, Peter? Marco se apoyó en el muro, junto a mí. Me examinó.
- No llevas paraguas.
Hacía tiempo que no veía a Peter. Tal vez podría acercarme a casa en su coche.
-¿Quieres que te acompañe a algún lado? Está lloviendo mucho.
Lo miré con incredulidad. ¿En serio se creía que le iba a dejar acompañarme? Le dí una respuesta seca.
-Oye, mira, no me hace falta, voy andando ¿vale?
Esta vez fue él el que me miró con los ojos en blanco.
-Venga ya. Te vas a empapar. Te acompaño.
Y sin esperar respuesta, abrió rápidamente el paraguas, y me cogió del brazo. No me dio tiempo a reaccionar. Con paso firme, me obligó a cruzar la calle, y ya al otro lado recordó algo y paramos.
-¿Adonde te llevo?
Estaba tan sorprendida que, sin pensar, le dije mi calle.
-Genial.
Y retomamos el paso. Yo no sabía muy bien qué hacía allí. Me sentía un poco culpable.
-¿Eres Angela, verdad?
Asentí con la cabeza, sin dejar de andar. Pisé un charco y se mancharon mis zapatillas.
-Bonito nombre.
Lo sentía todo como muy… muy irreal. ¿Qué hago yo de camino a casa acompañada por el alien, y hablando de mi nombre? Espera. Yo no quiero estar aquí. Ni siquiera se lo pedido. ¡Ni siquiera he aceptado!
Aunque aún estábamos a unas cuantas calles de mi casa, me solté bruscamente. Él frenó en seco.
-¿Qué pasa?
Sabía que estaba siendo maleducada. Pero las reglas de comportamiento no se aplican a los aliens. Y yo no quería que me acompañara.
-Emm… me he acordado de que tengo prisa. Adiós.
Y salí a la lluvia. Sin la protección de paraguas, termine empapada a los pocos metros. Marco seguía parado en mitad de la calle, desconcertado. Sólo había intentado ser amable. Me sentí mal. No, no debes, es solo un alien. Más rápido. Él seguía parado. Y yo doblé la esquina.


Día siguiente, a la hora de comer. Estaba sentada en una mesa con unas cuantas chicas de mi clase. Emma se había resfriado, y no había ido a clase. Al parecer estuvo estornudando toda la noche, y su padre y su novia se pusieron de los nervios, y ella se terminó yendo antes de tiempo. A Emma le había encantado eso, pero a su padre no le debió de hacer mucha gracia, porque estuvo enfurruñado el resto de la noche, y había castigado a Emma. Mal asunto, porque habíamos quedado las dos para ir a dar un paseo la semana siguiente. Pero según Emma, lo merecía, ya que al menos se había librado de la novia de su padre un par de semanas, que es lo que tardaría en volver.
Removí la comida del plato. Me había tenido que quedar en clase casi media hora más, porque el profesor de mates me había pillado escribiendo notitas. Afortunadamente, había retorcido tanto la letra que el profesor no pudo descrifrarla, pero me había castigado igual. Mi plato estaba casi entero, mientras que las demás casi habían terminado. Suspiré, removí la comida con el tenedor y me centré en la conversación. Una conversación que hablaba de todo y de nada. El castigo de Emma, los exámenes que se aproximaban, los planes para el fin de semana, la lluvia que los podía arruinar. Sugerí un par de cosas para el fin de semana, me quejé de la cantidad de deberes que teníamos, pero tras eso deje de prestar atención de nuevo. Paseé la mirada por el comedor, y vi a Marco en una esquina, solo. Había terminado de comer y estaba leyendo un libro. Recordé la tarde anterior y enrojecí de vergüenza. Menos mal que nadie nos había visto. Aunque por otro lado él solo había intentado ser amable. Ladeé la cabeza y suspiré. Seguía siendo el alien. En ese momento Marco alzó la mirada y sus ojos de encontraron con los míos. Tenía los ojos claros, grises, o azules. Pero rápidamente los aparte y me volví a unir a la conversación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario