Hola

Vale, pues bienvenidos a mi blog y todo eso. Es un churro, lo sé, ya la iré mejorando. Pero qué te voy a decir, si yo acabo de llegar (¡Fito!)

Básicamente, la idea es subir diferentes historias y demás que tenía abandonados en una carpeta en mi portátil. Aunque supongo que terminaré añadiendo más cosas. Por ahora he averiguado como subir fotos, ¡TEMEDME!


Se agradecen los comentarios. Sí, críticas incluidas. Y sí, es una indirecta para que escribais uno.

¡Gracias! ^^

martes, 4 de enero de 2011

Principio de la Quarta Historia (Vamos, capítulo 1)

 (Aunque sea la primera aquí)

Vale, pues esto es una historia más larga, pero está sin terminar, así que la iré poniendo por partes...




Tiré la mochila al suelo, junto a mi pupitre. Me senté y esperé a que el profesor me regañara por volver a llegar tarde. Qué le puedo hacer, el colegio comenzaba demasiado temprano y no soy capaz de levantarme a una hora a la pueda llegar bien al colegio.
Tal y como había predicho, el profesor suspiró y me preguntó porqué había llegado tarde esta vez.
- Bueno, es que empezó a llover y tuve que volver a casa y cambiarme.
Técnicamente, era cierto, sólo que ya había empezado a llover antes de que saliera de casa, y sólo había tenido que volver a entrar para coger un paraguas. Pero había descubierto que si desviaba la culpa hacia un factor externo, el profesor de Historia (clase que tenía a primera hora casi todos los días) no se enfadaba demasiado. Lástima que no funcionara con los demás profesores.
La clase ya había comenzado, y sabía ya sabía de antemano sobre qué iba a tratar: el tema favorito del profesor.
Apoyé la cabeza en la mesa y me dispuse a pasar una hora entera oyendo hablar sobre lo que, según nuestro profesor de Historia, era el último acontecimiento que había hecho historia: la llegada de alienígenas a la Tierra. Cómo si no estuviésemos suficientemente enterados. Sin embargo, nuestro profesor era una de las pocas personas que defendían a los alienígenas, y estaban a favor de que se quedasen en la Tierra, aún después de casi haber provocado la total extinción de la vida aquí. Pero él pensaba que merecían otra oportunidad. Por ello, se había jugado más de una vez el puesto, pero no lo había llegado a despedir. Pero, ¿cómo confiar en una raza que había matado a miles seres vivos por interés propio?
Al cabo de un rato hablando, el profesor nos puso en grupos. Miré alrededor desconcertada, ya que llevaba más de un cuarto de hora totalmente desconectada del mundo.
Rápidamente, me coloqué en el grupo que había a mi izquierda, el que tenía más cerca, expectante. En cuanto el profesor abrió la boca, entendí lo que estábamos haciendo, y puse los ojos en blanco. Otro debate. El profesor nos obligaba a debatir sobre las ventajas y los inconvenientes de los extraterrestres más frecuentemente de lo que nos gustaría a la mayoría.
El debate empezó. Maldición, me había puesto en el lado de las ventajas. El problema, claro, era que en mi opinión tener unos aliens exterminadores por aquí no tenía ninguna ventaja, aún después de que se hubieran firmado tratados de paz, y de que los aliens se hubieran disculpado públicamente. Pufff. Como si sirviera para algo.
- ¿Angela?
Mi nombre me pilló por sorpresa.
-¿Mmmm… si?
- ¿Tienes algo que decir sobre los posibles problemas políticos?
Abrí la boca para contestar lo que se esperaba de mí, pero cambié de idea y contesté algo diferente.
- Sí que tengo algo: estoy segura de que los aliens traerán problemas políticos, y también sociales y económicos. Eso sin contar que muchos aliens siguen queriendo masacrarnos y…
- Angela, creo que te has confundido. Tu grupo es el de ventajas. Y no son aliens, sino extraterrestres.
- Sé cual es mi grupo. Y mi opinión, y mi bando.
El profesor se quedó boquiabierto, y, captando el desafío en mi voz, decidió terminar el debate antes de lo previsto. De vuelta a nuestros asientos, mis compañeros me lanzaron miradas de apoyo; a ellos tampoco les hacían mucha gracia los aliens.
La clase continuó, y después de media hora de precaución, terminó. Ya había salido casi toda la clase cuando el profesor recordó algo y, asomándose a la puerta, gritó:
- Por cierto, no os olvidéis: mañana llega un alumno nuevo a vuestra clase. Tratadlo bien.
Aquella clase fue el acontecimiento más importante del día, ya que las demás transcurrieron sin incidentes, todas iguales y todas aburridas.
Al llegar a casa, me encerré en mi cuarto para hacer las tareas. Tenía deberes de matemáticas, biología e Historia. Hice las dos primeras pero, en cuanto saqué el cuaderno de Historia, recordé sobre que trataban, así lo metí de nuevo al fondo de la mochila y me fui al salón a ver un rato la televisión. Los aliens me ponían de mal humor, como a casi todos los humanos.
Mis padres no estaban, ya que solían llegar muy tarde a casa, a veces cuando yo ya estaba durmiendo. Aunque aún era temprano para que pusieran nada bueno, me tiré en el sofá y encendí la tele.
Lo primero encontré fueron las noticias, así que, resignada, lo dejé, sabiendo que a esta hora no encontraría nada mejor.
El mundo no había cambiado demasiado este último año, teniendo en cuenta que el número de humanos había decrecido peligrosamente. Pero los alienígenas sólo habían atacado a los seres vivos, y no se habían producido daños materiales, así que el mundo se encontraba en sumido en una relativa calma. Relativa, porque aunque no lo expresaban de forma abierta, ninguno de nosotros quería extraterrestres por aquí. La mayoría de los supervivientes conocíamos a alguien que había muerto en la masacre alienígena, y no nos hace demasiada gracia que se les haya permitido instalarse aquí, por muchas ventajas que pueda tener eso en la ciencia o en el comercio.
El presentador terminó de hablar sobre la bolsa y  la economía, y comenzó a hablar sobre lo inevitable. Tras más de media oyendo hablar sobre aliens, cambié de canal. Pero ya eran las nueve: hora punta para las noticias. Y casi todas trataban de lo mismo. Se firma un nuevo tratado, se obliga a las empresas a aceptar un número mínimo extraterrestres para facilitar la integración, no-se-qué jefe se vuelve a disculpar ante las familias afectadas, los científicos extraterrestres cooperan para investigar formas de recuperar las especies perdidas… Especies extinguidas, obviamente, por ellos.
Desesperada, cambié de canal y encontré un concurso, pero volví a cambiar en cuanto me di cuenta de que el primer premio era un viaje a Febo. Los gobiernos solían subvencionar este tipo de viajes, con la esperanza de que los humanos también nos adaptáramos a la cultura extraterrestre. Sin embargo, muy pocos humanos habían viajado hasta allí. Los pocos que estaban dispuestos a aceptar a los alienígenas.
Realmente, el planeta de donde venían no se llama Febo, pero los científicos terrestres no habían podido resistir la tentación de bautizarlo con el nombre de un dios romano, como había pasado con los planetas de Sistema Solar. Febo es el nombre romano para el dios Apolo, dios griego de la belleza, el arte y la luz. Lo cual no coincidía con mi idea de ese planeta.
Finalmente, apagué la tele y, tras comer algo, me fui a mi cuarto.
Mis padres me encontraron dormida cuando llegaron.

3 comentarios:

  1. Hey! Me ha gustado bastante! Es, cuanto menos, interesante. Si te soy sincero me esperaba otra historia adolescente, pero cuando ha salido lo de los aliens he sentido curiosidad y he seguido hasta el final ^^

    Sigue así!

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  2. Vale... Cuando pueda publicaré la continuación. Espero no decepcionar, aunque sea sólo a una persona >.<

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  3. Y ahí espero estar yo para leerla!
    Tú tómate tu tiempo. Y no te preocupes por la cantidad de gente, Roma no se construyó en un día ^^

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