Hola

Vale, pues bienvenidos a mi blog y todo eso. Es un churro, lo sé, ya la iré mejorando. Pero qué te voy a decir, si yo acabo de llegar (¡Fito!)

Básicamente, la idea es subir diferentes historias y demás que tenía abandonados en una carpeta en mi portátil. Aunque supongo que terminaré añadiendo más cosas. Por ahora he averiguado como subir fotos, ¡TEMEDME!


Se agradecen los comentarios. Sí, críticas incluidas. Y sí, es una indirecta para que escribais uno.

¡Gracias! ^^

viernes, 7 de enero de 2011

Quarta historia (Segundo capitulo)

Aunque en realidad no son capitulos.
Son demasiados cortos, aunque no es cuestión de ponerlo muy largo... En fin.


- ¡Adiós, mamá, tengo prisa!
Salí corriendo de casa con el abrigo en la mano y las llaves en la boca. Llegaba tarde, por no cambiar la costumbre. El problema estaba en que hoy no tenía Historia a primera hora, y me llevaría una buena bronca si llegaba tarde. El autobús se había ido hace rato, y tuve que correr para poder llegar al instituto. Milagrosamente, exactamente a las nueve en punto estaba cruzando la puerta de la clase.
El profesor de matemáticas, un hombre bastante grande con el pelo ya blanco y de pocas palabras, que dedicaba su viva sólo y exclusivamente a las matemáticas, apenas levantó la vista de su libro para gruñir:
- Llega usted tarde. Ya son las nueve en punto.
Miré rápidamente el reloj que había en la pared, detrás suya.
- Bueno, en teoría, aún quedan 20 segundos para que llegue tarde.
Ni siquiera se molestó en contestar, pero yo ya sabía que estaba castigada. Suspirando, me dirigí a mi sitio, junto a mi amiga Emma, en el fondo de la clase. Ella puso los ojos en blanco y yo maldije mentalmente al profesor de matemáticas mientras me ataba las zapatillas, que por cierto ni siquiera me había dado tiempo a hacer antes de salir de casa.
Gran parte de la clase la pasé copiando los deberes de Historia de Emma en mi cuaderno, ya que al final no los había echo. El profesor estuvo a punto de pillarnos un par de veces, y a la tercera lo consiguió. Emma me haría compañía en el castigo.
El reloj dio las diez y todos recogimos rápidamente, dispuestos a salir lo antes posible del alcance del profesor.
- ¿Por qué crees que nos tiene manía? – susurré.
- A nosotras no… yo creo que está amargado.
Sonreí - ¿Ah, sí? ¿Por qué? – Emma lo pensó un momento.
- Tal vez… tal vez sus padres lo abandonaron bajo un puente, y de pequeño tuvo que trabajar en la calle limpiando zapatos y vendiendo periódicos hasta que ganó suficiente como para sobornar al director y que le diese un puesto.
- Tal vez.
Estaba pensando alguna respuesta mejor, ya que Emma no estaba muy inspirada esa mañana, cuando vi una cabeza castaña que no reconocí unos metros delante nuestra.
- ¿Y ese?
Emma lo miró un momento y respondió:
- El nuevo. Ayer nos avisaron de que venía, ¿te acuerdas?
No respondí, pero me puse a estudiar al desconocido. Era alto, y tenía el pelo castaño claro. Llevaba unos vaqueros, y una camiseta  oscura. No le veía la cara, ya que nosotras andábamos unos metros detrás de él, pero parecía bastante normal. Vaya chasco. Sin embargo, iba sólo, aún con el pasillo abarrotado de gente.
- Oye, que te pasas de clase.
Emma se empezó a reír, y yo me sonrojé un poco.
Entramos, y nos sentamos en medio de la clase, un sitio estratégico. La profesora de literatura se solía pasear por toda la clase, y justo adonde no prestaba atención era allí, al centro.
La clase se fue llenando y animando, ya que la profesora aún no había llegado. Se vieron los primeros aviones de papel volando sobre nuestras cabezas, y una chica al fondo de la clase, al parecer enfadada por algo que había ocurrido en la entrada, empezó a discutir con la chica que tenía al lado. La discusión subió de tono, y más gente se unió. El lanzador de aviones había decidido que era más divertido tirarles bolas de papel a la gente, y la profesora seguía sin venir.
Ni falta que hacía. De repente, casi todo el mundo se calló y los que no, empezaron a hablar en susurros. Todo el mundo miraba hacia la puerta, y supuse que era la profesora la que había venido. Pero cuando me giré fue al chico nuevo al que vi entrar, silencioso. Se sentó en una mesa vacía junto a la ventana. El silencio era ahora total. Después de unos minutos, la gente empezó a ignorarlo y, lentamente, recuperó sus conversaciones.
- ¿Qué es lo que ha pasado? – le pregunté desconcertada a Emma.
Ella, nerviosa, no me respondió. Pero por el rabillo de ojo miraba al nuevo, y yo le imité.
No le veía nada extraño. Su ropa era normal, su pelo era normal, y sus ojos, que eran de un color claro, también. No le veía nada raro, y estaba a punto de volver a preguntar cuando me fijé en algo que el chico tenía tras la oreja.
Me quedé boquiabierta, y no puede decir ni una palabra hasta que la profesora llegó. Era una chica pequeña y alegre, con el pelo rizado y pelirrojo. Empezó la clase, pero yo no prestaba atención.
- Explícame ahora mismo qué hace eso en nuestra clase de lengua. – le ordené a Emma cuando por fin recuperé la palabra.
Ella estaba bastante incómoda. Miró para atrás para asegurarse de que nadie nos oía.
- Bueno, esta mañana, antes de que llegaras tú, o él, nos explicaron que han admitido a cuatro aliens en el instituto. Todos en diferentes clases. También dijeron algo de una nueva ley o algo así. – Se mordió el labio, seguía nerviosa.
De pronto me acorde de que por la noche había visto algo de eso en las noticias. ¿Cómo no lo había relacionado con el nuevo?
Claro, pensé después de un momento, es que ayer esto no era posible. Y sin embargo, ahora…
El chico, por increíble que pareciera, escuchaba la clase, ajeno a los demás.
Los aliens, al contrario que en las películas de los años 50, no eran seres verdes con tentáculos gelatinosos. Es más, ni siquiera creo que tengan forma propia. Los aliens adoptan la forma de cualquier ser vivo que hayan visto anteriormente. Esto tenía un límite, claro, pero en teoría podía adoptar casi cualquier forma. Desde un gatito adorable hasta una ballena azul, por permanecer en las especies terrestres. Porque, además de la Tierra, ya había encontrado otros planetas con vida inteligente, aunque inteligencia sea un término meramente científico, ya que al parecer, esos alienígenas habían luchado entre ellos hasta casi la extinción cuando nuestros aliens los encontraron.
Lo único que no cambiaba de forma con ellos era la pequeña marca que tenían detrás de la oreja, un poco más oscura que el resto de la piel. La del nuevo recordaba vagamente a una media luna.
Tensa, seguí observándole. Emma me miraba de reojo. La profesora seguía con su clase. Y todo el mundo le ignoraba.
La clase de literatura era una de mis favoritas, y finalmente me conseguí distraer con lo que la profesora nos explicaba sobre el teatro y la literatura en la edad moderna. Como todos, a veces le echaba una ojeada al chico, que seguía la clase con el máximo interés. La profesora le llegó a preguntar un par de veces, durante las cuales todos mantuvimos la respiración hasta que respondió. Tenía la voz algo ronca, y tranquila, lo cual me ponía más de los nervios.
La clase terminó, todo el mundo recogió sus cosas. Y él salió sólo de la clase mientras la profesora lo miraba con preocupación.
La cara del profesor de historia mostraba una felicidad absoluta cuado vio entrar al extraterrestre a su clase. Además de la profesora de literatura, que lo había tratado como otro más, fue el único profesor que le prestó atención. Al parecer, ni siquiera le gustaba a los adultos. No le hizo ponerse de pie enfrente de la pizarra, ya que sabía que eso no mejoraría demasiado las cosas, pero nos lo presentó al resto de la clase como si lo acabáramos de conocer, en vez de llevar todo el día con él.
-Bueno, como ya sabéis, este es el estudiante nuevo. Viene de… bueno, de Febo. Pero quiero que le tratéis como uno más. Que se sienta integrado. Se llama Marco.
Cierto, hasta ahora no sabía como se llamaba.
-Sé que tal vez no os guste a todos la idea, pero es una excelente ocasión para ampliar horizontes y hacer una amistad. Y espero que él también aprenda cosas de nosotros, y contribuya a participar en clase.
Al terminar su pequeño discurso, se nos quedó mirando a todos, en blanco, hasta que recuperó el hilo de sus pensamientos y empezó la clase. Esta vez, la dedicó a el siglo XVIII, por lo tanto no afectaba a Marco directamente, y a todos se nos hizo un poco más fácil fingir que no estaba allí.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado, se hace fácil de leer y eso se agradece. Si me permites una pequeña crítica (constructiva, por supuesto), te diré que quizá te vendría bien añadir alguna que otra descripción. De Emma, por ejemplo, no se dice nada.

    Sigue así!

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  2. Vale, lo tendré en cuenta. Y críticas, todas las que quieras.

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  3. Hola! Acabo de crearme un blog para que las adolescentes comentemos trucos y yo también pondré mis trucos. Si te puedes pasar, y echar un vistacillo se agradece ;) Un beso!
    http://www.tuconsejoadolescente.blogspot.com/

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